TODO FLUYE
El aire entra en mis pulmones. Los pasos me llevan. Mi mente descansa, sin esfuerzo. Unos brazos me rodean, me ofrecen su calor y me siento segura, confiada. Nada me preocupa, nada me molesta. Solo siento mi corazón feliz y mi cuerpo moviéndose a las órdenes de una voluntad ajena. Soy feliz.
Todas las noches llega la sensación de que floto sobre una nube, aunque en realidad estoy bailando en una pista donde la música de kizomba suena durante horas. Cuando rodeo los hombros de mi temporal pareja de baile y esos otros brazos me rodean también, a veces, la mágica conexión ocurre. No sé su nombre, quizás no le vuelva a ver, pero la kizomba nos une durante unos minutos preciosos que vivo como si fueran siglos o solo segundos. La energía circula entre nosotros y dejamos de ser dos para convertirnos en un solo ser con dos cuerpos y una sola voluntad.
El abrazo se rompe y nos despedimos con una sonrisa. Gracias por flotar conmigo, gracias por fluir conmigo.