El camino
Después de muchos meses ocupando parte de mi tiempo haciendo kilómetros con mi coche, el pobre llegó al final de sus días. Me pareció una molestia insalvable tener que depender del transporte ajeno para poder cumplir con mis diversos compromisos.
¿Buena suerte o mala suerte?
Como en aquel cuento del sabio hombre de campo, lo que parecía una pega se convirtió en una ventaja. Horas de lectura en los largos trayectos de transporte público, compañía y charlas con los taxistas voluntarios, las vistas de la Luna llena, los colores del amanecer y la vida como en un viaje.
La buena suerte es tener la oportunidad de redescubrir el placer del trayecto, aprender a disfrutar del tiempo dedicado a llegar a un nuevo lugar igual que se disfruta del tiempo dedicado al aprendizaje de cualquier nueva habilidad. El trayecto del aprendizaje, la alegría de cada logro, el triunfo de cada paso,... es tan grande o mayor que la felicidad de llegar a la meta.
Las verdades no caducan con los años. "Caminante, no hay camino. Se hace acamino al andar".